La historia de la moda refleja la evolución cronológica de las prendas de vestir. La moda es el arte del vestido, de la confección de las piezas a base de parámetros funcionales y estilísticos, sea en ropa como en accesorios. En nuestro trabajo de investigación nos basamos en la evolución de la moda femenina, ya que es el contenido que nos interesa para nuestras colecciones de mujer:
Edad antigua:
En la prehistoria ya se tejía y utilizaban pieles de animales que se cazaban, por tanto, las piezas no se adaptaban al cuerpo.
Más adelante, en el antiguo egipto se empezó a utilizar el lino para hacer ropa, ya que era un material fresco y ligero, apto para la temperatura reinante. Las prendas eran muy sencillas, con un corte mínimo. Empezaron a maquillarse los labios y los ojos para protegerse del sol.
El kaunakès (pieza de lana cardada) comenzó siendo una simple piel de cabra u oveja con el pelo hacia fuera, muy bien confeccionada que imita los pelos de animal, a ser la sensación. Es puso muy de moda en la cultura sumeria.
Antigua Grecia:
La civilización minoica destaca entre las otras culturas europeas de la Edad del Bronce por sus ceñidas prendas cosidas. La breve cintura, característica de los vestidos minoicos -masculinas como femeninos, quedaba resaltada con respecto a las mujeres gracias al uso de sombreros y mangas adornadas, acompañadas por faldas largas que iban hasta los pies.
En la antigua Grecia se utilizaba el lino, la lana y el algodón, y más tarde la seda -proveniente de Oriente, con piezas rectangulares ribeteadas por los cuatro costados, sin costura ni bordes, acompañadas de fíbulas y cinturones. La vestimenta era simple y drapeada para conseguir un efecto sofisticado. Es podía adaptar a las necesidades de cada estación.
Antigua Roma:
La vestimenta básica para las mujeres era la estola, que se sobreponía a la toga. También hay que destacar los diferentes peinados que se encontraban en la época como rizos o la utilización de crema (a base de grasa animal) para cabello. Las telas se pintaban ayudándose de rúbia, azafrán e indio. La mayoría de ropa es de lana y lino, a veces bordada.
La ropa que se llevaba al imperio bizantino mostraba el rango al que se pertenecía. Los más poderosos vestían largos vestidos fluidos de seda ricamente adornados con hilos de oro y joyas o piedras preciosas. Era importante adornarse de objetos preciosos, además vestían túnicas de lana más simples con botas y con una capa larga por encima.
Edad media:
Surgieron nuevos estilos de vestir. Son posibles gracias al avance de la tecnología textil, lo que aportó nuevos tejidos. Aún así, la seda china superaba los productos locales, mientras que paralelamente se introduce el cosido de lana. La túnica, aunque común para ambos sexos, se llevaba por encima de una prenda de ropa interior hecha con lino bajo otra ropa que se ponía por encima.
La moda se hizo cada vez más llamativa en el siglo XII cuando comenzaron las cruzadas y la literatura trovadoresca. La ropa comenzó a ajustarse, dejando entrever por primera vez la silueta. Es un estilo más sensual y sofisticado que responde a la poesía y los relatos de amor cortés que celebran esta tendencia.
Son muchos los que piensan que el ritmo de los cambios de tendencia que son la esencia de la moda se aceleraron a partir de este siglo. La ropa se confecciona en dos piezas. Está la media y luego la túnica corta con mangas adaptadas al brazo. Los pechos aparecen más voluminosos y se ha abandonado el escote en forma de T.
Edad moderna:
En esta época comenzó a haber un progreso muy grande en cuanto a la moda ya que se empezaron a hacer piezas más elaboradas, muchos más tejidos, etc.
El atuendo de la mujer renacentista consta de dos partes básicas: el torso y la falda. Parte de una base triangular. Desde esta óptica, la falda se ampliaba con frunces y pliegues a partir de la cintura, abriéndose para dejar a la vista el delantal. El torso debía ser recto y rígido, acompañado de mangas postizas en los brazos. Aparte, las mujeres comenzaron a llevar corsé para estilizar y moldear la figura.
Durante el Rococó el vestido es únicamente de una pieza, pero la falda toma mucha extravagancia. El torso es totalmente rígido y plano para dar cabida a una falda con más del triple de la cintura.
Siglo XVIII:
En el vestido femenino se dio el «estilo Watteau», con faldas muy voluminosas, con grandes drapeados en forma de pliegues y cola hasta el suelo. La Revolución Francesa supuso una mayor uniformización en la forma de vestir, con corpiños, faldas redondas y chal de tela para la mujer. El liderazgo de la moda pasó a Inglaterra, donde la mujer abandonó el corsé y el can-can y se inspiró en la Antigua Grecia, con vestidos largos ajustados con una cinta bajo el pecho.
Siglo XIX:
En la mujer el corte se bajó a la cintura, con mangas anchas y hombreras, y faldas anchas de amplio vuelo y pasamanería. En este siglo apareció la figura del modisto como creador de tendencias, así como la modelo para el pase de ropas. También apareció el género de punto, y se inventó la máquina de coser.
Siglo XX:
En moda femenina, las faldas se acortan, apareciendo la minifalda, y comenzaron a usar pantalones como los hombres, surgiendo la moda «unisex». Hacia mediados del siglo los dictámenes de la moda pasaron a los Estados Unidos, que impuso un tipo de moda juvenil, práctica y deportiva, ejemplificada en el blue-jean o pantalones vaqueros. En los últimos años ha cobrado un gran auge el prêt-à-porter, el diseño de moda a precios económicos y al alcance de cualquier estamento social, por su producción en serie. Y hasta ahora, esta es la historia de la moda.